Televisa, el futbol mexicano y el regreso de Azcárraga

El 22 de julio de 1959, Emilio Azcárraga Milmo compró al Club América. Empresario televisivo, el llamado Tigre entendía el futbol como un espectáculo y nadie entendía mejor el medio del espectáculo que él. 

En aquel entonces, el balompié era ya el deporte más popular del país, pero no tenía demasiada ventaja sobre el beisbol. La llegada de Azcárraga lo cambió todo. Decidió poner todo el peso de su empresa televisiva Telesistema Mexicano, en la promoción del futbol y, a la par de sus telenovelas, se dio cuenta que, como ya existía un “héroe” en el país, las mexicanísimas Chivas, su América iba a ser el “villano”, que intentaría sabotear los planes rojiblancos contando con los mejores extranjeros.

Para conseguirlo, le “robó” al Zacatepec a dos directivos que cambiarían la historia del deporte en el país, Guillermo Cañedo, que se convirtió en su mano derecha y alcanzaría las posiciones más altas en la FIFA, y Panchito Hernández, afanoso descubridor de los talentos más importantes conseguidos en la historia de las Águilas.

Diez años después, de la mano de Azcárraga llegó el Mundial México 70. Por las garantías y el poder de la rebautizada Televisa, nuestro país derrotó a la candidatura de un país con mucha mayor tradición futbolística, Argentina, y con ello, el Tigre terminó de asumir el control del futbol mexicano. No había decisión importante que se tomara sin su consentimiento y, obviamente, los intereses del balompié nacional nunca iban en contra de los suyos.

A final de cuentas, lo poseía todo. Tenía al club más rico del país, a la única televisora capaz de nutrir de ingresos a los otros clubes y, en el Azteca, al estadio más importante, el único capaz de albergar a más de 100,000 espectadores, con la cantidad de dinero que podía generar para la Federación. Todas las cartas estaban en su mano y las utilizaba en su beneficio.

El futbol, siendo algo que le gustaba, no era, ni mucho menos, su ramo de negocio más importante, así que lo controló siempre a través de operadores. Cañedo, los presidentes de la FMF, los directivos del América y, hacia el final de su vida, su sobrino, Alejandro Burillo, un empresario a mérito propio, que controló los destinos del futbol mexicano a principios de los noventa y que construyó el entonces Centro Pegaso, hoy Centro de Alto Rendimiento.

Azcárraga murió a los 67 años, en 1997 y dejó un vacío de poder importante. Su hijo, Emilio Azcárraga Jean tenía 29 años cuando heredó el imperio, y se tuvo que enfrentar a cambios importantes en la industria de las telecomunicaciones, que terminaron con el final de Televisa como la empresa de televisión casi monopólica en el país y, por consiguiente, con una disminución de su influencia en la vida nacional en general.

Esos cambios también repercutieron en el futbol. La entrada de otras televisoras a la arena nacional provocó que la influencia en general de los directivos relacionados a Televisa disminuyera. Azcárraga, ocupado en asuntos de su empresa, no podía dedicarle la misma atención al futbol, y eso abrió la puerta para que llegaran otros directivos con influencia importante en el balompié mexicano.

Hoy, pensar que Televisa es el mandamás del futbol mexicano como lo era antaño es ver demasiados videos conspiranóicos de YouTube. Empresas igualmente grandes se han metido en el negocio, como Cemex y Femsa. Ricardo Salinas y su operador, Gustavo Guzmán tienen una influencia importante. Alejandro Irarragorri, también relacionado con Salinas, se ha convertido en un actor importante. El poder en el balompié nacional está más repartido que nunca.

Dicho esto, el actor más influyente sigue siendo Azcárraga. A final de cuentas, el control de la Federación lo ha tenido Televisa desde el fin de aquel “golpe de estado” de Ibarra y Maurer en 1992. Tanto Decio, como Justino, como Yon de Luisa fueron gente de confianza de la televisora. Los derechos de transmisión de la selección los tiene Televisa y también el estadio principal. Si México va a organizar partidos en el Mundial 2026 fue por una negociación de Azcárraga con la Federación de Estados Unidos.  Su influencia es evidente.

El asunto es que, por sus ocupaciones con la televisora, el empresario, como su padre, delegó en sus operadores, lo que salió relativamente bien en el caso de Justino y Decio, pero estrepitosamente mal con De Luisa. El todavía presidente de la FMF tuvo carta abierta para elegir al DT nacional y a los encargados de la estructura de selecciones, y el resultado fue terrible, con derrotas en todas las categorías y la eliminación en primera ronda del Mundial de la mano del inefable Tata Martino, del que aún no reniega en sus apariciones públicas. 

Azcárraga estuvo en Qatar para ver los partidos. Y los aficionados que se encontró le manifestaron su descontento. Él mismo se dio cuenta que su falta de involucramiento había permitido que las cosas llegaran a ese punto. Y lo sucedido en las últimas semanas dejan claro que pretende que eso cambie.

Yon de Luisa fue apartado de cualquier decisión deportiva. Su labor será organizar el Mundial 2026, y hasta ahí. Por primera vez, el nombre de Emilio Azcárraga aparece públicamente como parte de una comisión, la actual de selecciones nacionales. Y el empresario ha tomado parte activa en las reuniones de ese grupo directivo. Los anuncios hechos por De Luisa y Arriola en la conferencia de prensa de antier suenan sospechosamente parecidos al editorial que Denise Maerker transmitió en Televisa al terminar del Mundial.

Pero ahí no va a acabar la cosa. Varias veces Arriola dijo que “los dueños tendrán que aprobar las medidas”, lo que sonó muy democrático pero en realidad es una declaración de fuerza. Y al día siguiente volvieron a aparecer editoriales en Televisa para criticar el estado del futbol mexicano y hablar del tema. Punto clave es la multipropiedad, que se había dicho que se aboliría en 2018 y el único en vender a su equipo extra fue precisamente la televisora. Ahí estará una de las batallas de los próximos meses.

La otra tuvo que ver con la elección del director técnico nacional. En un momento, parecía que la estructura iba a ser con Jaime Ordiales como director, Miguel Herrera como entrenador y Juan Carlos Ortega como director de selecciones menores. De pronto, y de la noche a la mañana, todo cambió. ¿Coincidencia? Difícilmente.

A diferencia de su padre, Azcárraga Jean es un apasionado del futbol. De hecho, se dice que su gran pasión es el América, no las telecomunicaciones, y ahora que ya no es el dueño mayoritario de Televisa, parece interesado en involucrarse de lleno en las decisiones de nuestro balompié. 

¿Será para bien o para mal? Es realmente difícil saber. Por un lado, está claro que le apasiona el futbol mexicano y sabe más que la mayor parte de los dueños de equipos. Por otro lado, en el pasado Televisa llevó demasiada agua a su molino, controló por completo al balompié nacional y tomó decisiones sólo a favor de sus intereses. Eso es algo que no se olvida fácilmente. El tiempo dirá qué sucede en esta ocasión.

Por Martín del Palacio

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