¿No exportamos y los gringos sí? Son los promotores, estúpido…

Empecemos con una pregunta, ¿cuál es el país extranjero con más jugadores en las 4 mejores ligas europeas -Premier, La Liga, Serie A y Bundesliga-? La respuesta correcta no es Brasil ni Argentina. Ni siquiera Uruguay. La respuesta correcta es Portugal.

¿Qué han hecho los portugueses para tener futbolistas en casi todos los equipos importantes del mundo, y en algunos casos incluso formar la columna vertebral de dichos equipos? Antes que nada, generar talento, por supuesto, sin él sería imposible encontrar tantos espacios. Pero quizá más importante aún es otro factor, mucho menos analizado: compartir nacionalidad con el promotor más poderoso del planeta.

Cualquier aficionado al futbol europeo conoce el nombre de Jorge Mendes, aunque sólo sea por ser el representante de Cristiano Ronaldo. Pero además, Mendes controla prácticamente todo el futbol portugués. Benfica y Porto, sobre todo, están llenos de jugadores suyos, y han servido de plataforma para el impresionante imperio del agente, que se extiende a otros equipos alrededor del mundo.

Por ejemplo, el Wolverhampton Wanderers, de la Premier, que tiene un acuerdo preferencial. Ese arreglo le ha permitido conseguir jugadores completamente fuera de lo acostumbrado para un equipo modesto, que hasta hace pocos años deambulaba sin mayor impacto por las divisiones inferiores del futbol inglés.

Al mando de uno de los mejores amigos de Mendes, el técnico Nuno Espirito Santo, y con futbolistas como Joao Moutinho, Diogo Jota, Raúl Jiménez y Rui Patricio, los Wolves no sólo lograron conseguir el ascenso a la Premier League sino mantenerse tranquilamente en la media tabla de la mejor liga del mundo. 

No son los únicos. El imperio Mendes ha logrado consolidarse alrededor del mundo. En Inglaterra afirman que fue él quien colocó a Espirito Santo como técnico del Tottenham. Él instrumento el traspaso de Joao Felix al Atlético por una suma millonaria. Diogo Jota, tras su paso por el Wolves, acabó fichando por el Liverpool por xx millones. Y ni hablar de Bruno Fernandes, que pasó de ser un semidesconocido en el Sporting al ídolo de los fans del Manchester United, uno de los equipos más poderosos del mundo.

Habrá quien encuentre algo sospechoso en estos tratos. Y, por supuesto, no mucha gente estaría dispuesto a meter las manos al fuego por Mendes, pero lo cierto es que, como representante, ha hecho un extraordinario trabajo. Los clubes están contentos, los jugadores han ganado fortunas y se han desarrollado futbolísticamente, y él se ha hecho multimillonario. Es ganar, ganar, ganar.

Portugal, en consecuencia, es el país que más exporta a las grandes ligas. Y, aunque aún está lejos de esos niveles, Estados Unidos está empezando a ganar espacios. ¿Por qué? Los de las barras y las estrellas tienen una buena generación sin duda, pero también cuentan con el apoyo de tres de las agencias más importantes del mundo: Wasserman, AMC y Elite, propiedad de dueños estadounidenses. Y no sólo eso, empresarios de ese país son dueños de más de una decena de equipos en las mejores ligas europeas.

Esa infraestructura es invaluable. Y genera un círculo virtuoso. Quizá, originalmente, los talentos gringos no sean superiores a los mexicanos o sudamericanos, pero al emigrar jóvenes y encontrar roce con los mejores del mundo, aumentan su nivel al punto que, al cabo de dos o tres años, sí consiguen estar por encima de aquellos que se quedaron en sus campeonatos locales jugando contra rivales inferiores.

El fenómeno no es nuevo, además, ya antes Uruguay había encontrado su renacimiento de la mano de Francisco Casal promotor cuyos contactos en Europa le permitieron colocar a innumerables jóvenes charrúas en diversos equipos del continente. Christian Bragarnik, promotor argentino hecho en México, adquirió al Elche español, lo subió a Primera y lo ha llenado con sus representados, además de colocar a varios de ellos, técnicos y jugadores, en otros equipos de la Liga. El mundo del futbol se mueve gracias a los promotores, nos guste o no.

¿Qué pasa en México? Por qué nuestro país no cuenta con agentes de esa envergadura, capaces de hacer y deshacer en Europa. En principio, la razón es que, hasta ahora, el mercado local había sido demasiado poderoso. ¿Por qué arriesgarse a buscar contactos y picar piedra en el Viejo Continente cuando puedes mover a Rodolfo Pizarro tres veces por un valor total de casi 40 millones de dólares con dueños a los que ya conoces? Esa ha sido la bendición y maldición de la LigaMX. 

Algunos lo han intentado, y aún lo intentan. José Manuel Sanz, Eduardo Hernández y Jorge Berlanga en su momento, Matías Bunge y la gente de Pitzgroup hoy, han tratado de abrir mercado, aun frente a los obstáculos de la comodidad financiera local, la falta de pasaportes comunitarios, los altos salarios de los jugadores y el Pacto de Caballero, pero los resultados no han sido ni siquiera cercanos a lo que sucede en otros países con menos trabas.

La pandemia quizá haya alterado este equilibrio, sin embargo. De por sí en crisis económicas, los dueños de Guadalajara, América, Cruz Azul y Pumas son incapaces hoy de importar al nivel de antaño, ni pagar los salarios de entonces. Pachuca ya se ha vuelto un club totalmente formador. Sólo Tigres y Monterrey mantienen su poder financiero.

Quizá la crisis sea una oportunidad y veamos representantes y empresarios que, movidos por el ansia de riquezas, salgan de su zona de confort y consigan establecer una base desde la que se desarrolle el talento mexicano en Europa. Ya vimos un pequeño caso hace unas semanas cuando el Celta de Vigo, propiedad del mexicano Carlos Mouriño, firmó a Orbelín Pineda como jugador libre, algo impensable hace apenas unos pocos años.

Hasta entonces, no debería sorprendernos tanto ver cómo hay más jugadores estadounidenses emigrando. No es el talento necesariamente sino la infraestructura. Quizá injusto, pero son las reglas del juego, y mientras no nos aclimatemos a ellas, nos tocará seguir viendo cómo los casos de éxito utilizan otras camisetas y cantan otros himnos, mientras nosotros nos alegramos cada vez que uno de nuestros talentos se va “bien vendido” al Ajax una vez cada cinco años.

Por Martín del Palacio

Como siempre, los invito a seguirme en Twitter, verme en Twitch, pero sobre todo a compartir este artículo para animarme a escribir más.

Anterior
Anterior

Donnaruma no vive feliz, aseguran en Italia

Siguiente
Siguiente

Decidido: Dani Alves se queda sin equipo